La higiene correcta siempre ha formado parte de un estilo de vida saludable. Mantener una rutina de higiene dental que nos ayude a eliminar todos los residuos posibles es importante e imprescindible. Esto nos evitará problemas en las encías, nos ayudará a prevenir la caries y el mal aliento y nos permitirá sonreír sin miedo. Sin embargo y pese a todo esto, no podemos olvidarnos de las visitas regulares al dentista.
Es bastante común pensar que sólo hay que acudir al dentista cuando hay dolor de por medio, pero esta noción no podría ser más errónea. El dolor es un síntoma, y como tal sólo te avisa de algo que se podría haber evitado con revisiones periódicas.
Para una persona con salud bucal, lo mínimo es visitar al odontólogo una vez al año para un chequeo; dos visitas, si se requiere una limpieza efectiva.
El objetivo principal de esta visita es una limpieza profunda, con la que eliminaremos el sarro, las manchas y los residuos bajo nuestras encías. Este tipo de limpieza sólo puede ser realizado por un profesional de la odontología, especialmente si hablamos del sarro.
Con el simple esfuerzo de visitar a nuestro dentista podremos evitar problemas como los siguientes:
- Que una caries de nada llegue al nervio, obligándonos a practicar una endodoncia.
- Que la encía se inflame debido al sarro y provoque movilidad en nuestras piezas dentales.
- Que una ausencia dental provoque pérdida de hueso en la zona y movilidad de los dientes adyacentes, algo fácilmente solucionable con un implante.
Además, notaremos que nuestros dientes gozarán de un aspecto más sano y atractivo. Al eliminar las manchas producidas por café y diversas bebidas, recuperaremos una sonrisa sana y blanca sin necesidad de acudir a blanqueamientos artificiales.
Acude a tu odontólogo de confianza con regularidad para tener una dentadura bonita y duradera. ¡Súmale a tu rutina la visita al dentista!